Pero el domingo pasado, como la reunión de Pichampampa fue suspendida (más bien no asisió casi nadie y decidimos postergarla) nos sobró un poquito de tarde de domingo, que decidimos aprovechar para irnos al campo.
Suena estúpido porque estamos TODO el día en el campo, entre el verde, con las ovejas, las vacas, los ríos, las montañas....
Pero la verdad es que necesitábamos campo a NUESTRO ritmo.
Y nos cogimos unos libros, un batido de chocolate, un bizcochito, y a merendar al campo, de domingueras, aunque fueran las 5 de la tarde.
Fue poco rato, porque en cuanto despareció el sol, la rasca era considerable.
Pero fue agradable, muy agradable.
Ana me leía y yo miraba el paisaje mientras la escuchaba. Qué lujo, verdad?
Después nos vinimos a casa, y seguimos leyendo e nuestro saloncito, con lucecita íntima, té calentito, y un montón de historias que salían del libro envolviéndonos.
Leyéndonos la una a la otra hasta las 9 de la noche, sin darnos cuenta.
Vamos, mejor que queremos. Mientras podamos tener algún que otro ratito así.... Que estamos muy bien! Besos a todos.

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